“No tengo imaginación. Lo manifiesto con absoluta seriedad. No sé inventar”, confesó Isaak Babel a su colega Konstantin Paustovski durante una célebre conversación en una casa de veraneo en las afueras de Odessa. “Cuando empiezo a escribir, siempre pienso que es superior a mis fuerzas, llego a llorar de fatiga”, agregó el escritor.
No tuvo un final feliz. Fue arrestado y fusilado en su país, en aquel entonces llamado Unión Soviética. Esto sucedió en 1940 en un escenario en el cual pese a las predicas revolucionarias y libertarias, ahora lo sabemos, el ser humano no valía nada y las ‘purgas’ del stalinismo eran frecuentes.
Pese a este amargo final es remarcable el impacto de este escritor de cuentos y otras brevedades, que resplandece en la literatura. Y eso que aún es un misterio (o una leyenda) el destino de más de 20 carpetas de originales secuestrados por los servicios secretos tras la trágica detención de Issak Emmanuilovich Babel.
El recuerdo del diálogo de Babel con Paustovski me llevó en busca de un pequeño volumen de editorial Norma, tal vez ya sea de colección, que precisamente contiene el texto sobre este encuentro entre los dos escritores como prólogo a siete relatos de Babel, incluyendo allí “El Rey”, sobre la boda de la hermana del jefe de los bandidos judíos de Odessa.
“Comprendí que un brujo más había llegado a las filas de nuestra literatura… en el cuento El Rey todo era nuevo para nosotros”, recuerda Paustovski. Cuenta que Babel le habló sobre su técnica de trabajo, la eliminación de frases, de gerundios, de participios, de “la basura”. “La línea en la prosa se debe trazar fuerte y limpia”.
“Cada frase: un pensamiento, una descripción… Yo escribo, probablemente, con frases demasiado cortas. Esto debe ser, en parte, porque padezco asma crónica… Me falta la respiración”, dijo Babel, de acuerdo con esta memoria.
Escribir con dedicación es como “un trabajo forzado”, comentó Isaak Babel.
Encontré un artículo de John Updike para The New Yorker, en el cual se recuerda que Babel fue fusilado la mañana del 27 de enero de 1940 después de un juicio de 20 minutos, por pertenecer a una organización trotskista antisoviética (Babel odiaba el uso de dos adjetivos juntos) y por espiar para Francia y Austria.
Unos 12 años después, los cargos fueron retirados. Su última declaración en prisión, de acuerdo con este artículo, fue: “Soy inocente. Nunca he sido un espía. Nunca permití actividades contra la Unión Soviética… Sólo pido una cosa, déjenme terminar mi trabajo”.
Su legado fueron cuentos, textos varios, guiones. ¿Cuál habría sido su relevancia si no hubiera sido asesinado? ¿Cuál era el trabajo que tanto quería terminar? Ese es el misterio que encerrarían las carpetas que según algunos testimonios fueron secuestradas al momento de su arresto, y que ahora se consideran irrecuperables.
Ese misterio puede ser un buen tema para una novela. De hecho así llegué a Babel. Había oído su nombre pero nunca leí nada. Hasta que un día de librerías encontré una novela del brasileño Rubem Fonseca con este título: “Vastas emociones y pensamientos imperfectos”.
Es un thriller, una obra que se lee de corrido. Un cineasta en crisis es contactado para filmar una película basada en “La caballería roja”, el libro de cuentos de Babel sobre su experiencia con el ejército cosaco en la guerra ruso polaca. Una seguidilla de acontecimientos ponen al personaje brasileño en la pista de una novela inédita de Babel, que presuntamente provendría de esas carpetas perdidas en la cárcel. Y Babel nunca había escrito una novela.
La novela de Fonseca está llena de Babel. De regreso a Santiago me dediqué a la búsqueda de los cuentos rusos y descubrí sólo dos libros en español (aunque luego vendrían otros en inglés). Se trata de los “Siete relatos” de Norma, y de “La caballería roja”, que es una colección de cuentos escalofriantes, escrita por un espectador directo del horror de la guerra.
Esos cuentos, y los relatos de los barrios bajos de Odessa, son suficientes para hacer de Babel un escritor perdurable.
El otro día, mientras le leía “El Rey” en voz alta a mi hijo de diez años, me recorrió de nuevo el asombro por la forma como está estructurada esta brevísima historia sobre “Benya Krik, bandido y rey de bandidos”, de cómo controla la ciudad, de cómo casa a su hermana a la fuerza, y de cómo él mismo se casó con la hija de un ricachón que había sido su víctima. Hasta que la vio “y la victoria del rey se convirtió en derrota”.
Paustovski dice: “Babel era encorvado, casi sin cuello a causa del asma odessiana hereditaria, nariz de pato, frente rugosa y pequeños ojos de un brillo aceitoso y, a primera vista, no despertaba interés”.
Y agrega: “claro, hasta el instante en que empezaba a hablar”.
Texto de Luis Córdova, de 2008 aproximadamente. Editado.
Foto original en Wikimedia Commons.
Para interesados en testimonio de Paustovski, por suerte aquí está en inglés “Reminiscenses of Babel”
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